A la hora de publicar un libro, sea del género que sea, hay un paso muy importante y fundamental, desconocido para muchos, que es la edición. Todo libro ha de editarse (aunque no todos lo hacen hoy en día) o, lo que es lo mismo, requiere que haya una corrección previa a su publicación, ya sea en mayor o menor profundidad, con el fin de conseguir que los futuros lectores puedan disfrutar de la lectura, sin trabas como pueden ser algo tan básico como los molestos errores gramaticales.
La edición de un libro requiere atención y tiempo, dada su importancia
Más allá de corregir las faltas de ortografía o los errores tipográficos que podamos cometer como escritores, editar un libro es mucho más que eso y, por supuesto, es un proceso que viene determinado por el tipo de libro que vayamos a publicar. Si queremos compartir un ensayo, debemos asegurarnos también de que, si no es un tema muy específico o especializado, pueda ser divulgativo, es decir, que posea un lenguaje comprensivo y una estructura coherente, acorde al tema que trata. En el caso de una novela, por ejemplo el arranque de la historia es un aspecto muy importante para enganchar al lector, al igual que se deben valorar elementos como los narradores, los personajes o la trama, con el fin de poder discernir si la novela puede mantener correctamente el interés de su público sin errores en su estructura que lo impidan.
Sin importar el género de nuestro libro, lo cierto es que es esencial contar con el papel de un buen editor si queremos que nuestra obra esté lo más pulida posible. Normalmente, todo comienza de la mano del autor, que debe revisar los escrito antes de compartirlo con lectores beta. Estos por lo general son gente no profesional o semiprofesional que aportan el punto de vista de un lector corriente. Tras ellos, suele llegar la parte de solicitar un informe de lectura profesional que evalúe la calidad de nuestro trabajo y su potencial, al igual que nuestra escritura, para dar paso a la edición. Con ella, ya se empieza a pulir en serio la obra, dado que se incluyen aspectos como la corrección de estilo, la maquetación o el diseño de cubierta, que podemos llevar a cabo nosotros mismos o a través de profesionales, a través de cuatro principales formas.
1 Autoedición
El auge de internet ha dispuesto múltiples herramientas para que los escritores den a conocer su trabajo ante el público sin ningún tipo de intermediario, lo que anima a hacer lo mismo con la edición. Por supuesto, esta fórmula es la más económica, dado que nosotros mismos hacemos todo el trabajo, pero cuenta con la desventaja de que debemos volcarnos por completo en la corrección y desarrollo de nuestro propio trabajo. El hecho de que sea nuestra creación, además, podría impedirnos ver los errores que hemos cometido (incluso, a veces, siendo profesionales en el tema), al igual que una falta de preparación por nuestra parte podría dar pie a una portada poco convincente, una maquetación errónea o un estilo pobre.
Por estos motivos, lo que se suele recomendar a la hora de encargarnos nosotros mismos de la edición, es contratar profesionales que se encarguen del proceso, como pueden ser los consultores editoriales. Su papel es básicamente asesorar al autor en cuestiones editoriales como las tareas necesarias para editar nuestro libro o incluso cómo funciona el sector editorial. También existen webs y blogs destinados a escritores, en las que sus propios responsables se ponen a disposición de los mismos a cambio de una tarifa, con el fin de apoyarlos y guiarlos en el proceso de edición, variando el precio en función de lo que el cliente solicita. Recurrir a cualquiera de estos profesionales no solo garantiza una correcta edición, sino que también se convierte en un proceso de aprendizaje para nosotros mismos.
En cuanto al "aspecto" del libro, podemos encontrar editoriales de autopublicación como Amazon KDP, Bubok o Lulu en las que disponen de libros de estilo para guiarnos en el ámbito de editar nuestro trabajo. Asimismo, algunas de ellas disponen de la opción de contratar un servicio de maquetación o corrección, dependiendo de lo que necesitemos. Sin embargo, de forma gratuita, este tipo de editoriales no suelen llegar más allá de asegurarse de que nuestro contenido esté bien situado dentro de los márgenes para evitar errores de imprenta, algo que se hace de forma automática y que no garantiza la calidad de nuestra obra de cara al público en todos los aspectos.
2 Editoriales de coedición
Las editoriales de coedición son un punto intermedio entre la autoedición y la edición tradicional, por lo que ellas mismas pueden ponerse en contacto directamente con los escritores para financiar su libro juntos, aunque no suele ser algo muy común. En este caso, el trabajo de cara la publicación final de nuestro trabajo se divide entre nosotros, como escritores, y la editorial: la compañía se responsabiliza de sacar adelante el libro, encargándose del proceso de edición, maquetación, portada y demás; mientras que nosotros pagamos por sus servicios, lo que suele rondar los mil euros, como mínimo, dependiendo del servicio que solicitemos.
Algunos ejemplos de este tipo de editoriales son Círculo Rojo o Tregolam, cuyo control sobre las obras puede ser medio o bajo, dependiendo de cómo funciona cada una. Esto implica que como autores, tenemos más poder de decisión en el proceso, al contrario que en las editoriales tradicionales. Asimismo, trabajar con ellas supone obtener unas regalías más elevadas, al igual que tenemos la oportunidad de acordar el precio junto con la editorial.
No obstante, hay que tener en cuenta que su manera de funcionar conlleva que no hay un esfuerzo para promocionar nuestra obra, dado que se centran en la edición y la publicación. Además, existe el inconveniente de que hay empresas de este tipo que entran en el terreno de la estafa, al cobrar unos servicios que no prestan con calidad, con el único objetivo de quedarse con el dinero de los escritores. Por eso, si recurrimos a esta opción, es importante informarse bien sobre la editorial, tanto si nos contacta como si la contactamos, para evitar posibles timos.
3 Agente editorial
En el mundo editorial, igual que en muchos otros del ámbito audiovisual, tener contactos es algo que ayuda a la hora de conseguir proyección y apoyo en nuestros proyectos. Por eso, si carecemos de contactos, una opción a la hora de editar nuestro libro es recurrir a un agente editorial, dado que ellos conocen bien el mercado. Sea una agencia o un agente, su función es la misma: revisar el contenido que presentamos como escritores, con el fin de que no solo lo mejoren (algo de lo que podemos aprender mucho), sino también convertirlo en interés de las editoriales tradicionales.
De hecho, un agente o agencia editorial actúa como un representante del escritor (algo que no hacen los consultores editoriales), facilitando también el posterior proceso de venta y distribución de nuestro libro. Asimismo, ejercen como "filtro" de cara a las editoriales tradicionales, puesto que si ellos recomiendan una obra, ya avala una cierta calidad tras el proceso de edición que llevan a cabo, lo que también supone el inconveniente de que no son tan accesibles como otros profesionales. Por ese motivo, es más probable que una buena propuesta llame más su atención, lo que requeriría un proceso de edición previo por nuestra parte para asegurar cierta calidad.
4 Editorial tradicional
Finalmente, podemos recurrir a la opción más conocida y que conlleva un potente respaldo a nuestra obra y a nosotros mismos: las editoriales tradicionales. Estas empresas se encargan ellas mismas de revisar y mejorar nuestra obra, al llevar a cabo todo el proceso, desde la corrección, pasando por la maquetación, el diseño de la portada e incluso la distribución del libro una vez publicado. Esto implica que, al contrario que las editoriales de coedición, no hay que pagar por sus servicios e, incluso, en el mejor de los casos, pagan por adelantado por nuestro trabajo.
Sin embargo, esto también acarrea el hecho de que nosotros, como autores, tenemos escaso control sobre el proceso de desarrollo del libro, al igual que recibiremos unas regalías bajas, especialmente si somos autores noveles. Por esa razón, el resultado final dependerá en gran medida de lo que decida la editorial, no tanto de lo que queramos nosotros, aunque puede variar de una empresa a otra. Todo ello, además, llega después de pasar el desafío de lograr que una editorial acepte nuestro manuscrito para editarlo y publicarlo.
Este reto comienza por llamar la atención con nuestro trabajo, lo que acarrea, una vez más, un proceso de edición lo mejor posible por nuestra parte (ya sea con o sin ayuda de un profesional), con el fin de aumentar nuestras posibilidades. Por supuesto, también hay que tener en cuenta los requisitos que exige cada una para recibir los manuscritos, al igual que debemos estar al tanto de qué tipo de publicaciones realizan, con el fin de asegurarnos de nuestro trabajo encaja en su catálogo.